Para la mayoría de los adultos, es difícil ser objetivo al evaluarnos a nosotros mismos. Los docentes que están dentro del aula no son la excepción. Según mi experiencia, no es por falta de intentos. La mayoría de los docentes intentan mejorar y reflexionar, pero puede ser todo un desafío. Es difícil porque la enseñanza es algo muy personal. Enseñamos desde nuestro corazón y desde nuestra personalidad, por lo que puede ser difícil criticar algo que está tan «cerca» de nosotros, tan cercano y querido por lo que somos y lo que creemos.
Recientemente tuve la oportunidad de tener esta experiencia yo mismo. Empecé a enseñar algunos talleres en una universidad local. Descubrí algo bastante profundo: aprendí tanto de mis alumnos como intenté enseñarles. Los grandes docentes han compartido conmigo esta misma reflexión a lo largo de los años (y estoy muy lejos de ser un gran docente), pero me pareció muy cierto.