La edad y la experiencia cuentan. Ser mayor no necesariamente me convierte en un mejor docente, pero sí significa que he desarrollado más confianza. No me pongo tan nerviosa cuando las cosas salen mal en el aula. Tengo más herramientas en mi caja de herramientas, y sé cómo volver a imaginar una lección sobre la marcha. También aprendí a no tomar la conducta de los estudiantes de manera personal. Sé que hoy podría ingresar al aula de una escuela secundaria y, debido a que he tenido más experiencias de vida, mi enseñanza sería diferente. Mejor. Más real. Esta confianza proviene de mis experiencias pasadas y de mis años de vida y enseñanza, y soy una mejor docente debido a dicha experiencia.
RENUNCIAR: POR QUÉ DEJÉ DE ENSEÑAR Y POR QUÉ FINALMENTE REGRESÉ
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